jueves, 20 de octubre de 2011

Guía de Lectura II


1.    Apreciaciones sobre la narración del psicólogo Jerome Bruner, el lingüista Vladimir Proop, el historiador Robert Darnton y el filósofo  Walter Benjamin.

La Narración en términos generales tiene que ver con conocimiento y experiencia.
Según el psicólogo Jerome Bruner, los seres humanos pensamos nuestra propia vida de manera narrativa, la pensamos como un relato que va cambiando con el tiempo, y también pensamos narrativamente las vidas de los demás.
Las personas son pensadas como actores o sujetos que actúan movidos por metas u objetivos, que se valen de instrumentos para alcanzar esos objetivos y que, en su trayecto, deben vencer obstáculos que les presenta el medio. Se trata de una representación narrativa de las acciones humanas. Los actores, las acciones, los objetivos, los instrumentos, el medio en el cual se mueven, son componentes básicos de la estructura narrativa.
Según Vladimir Propp, en su estudio de los cuentos tradicionales rusos, encuentra que en todos ellos se repite la misma estructura, la cual está compuesta por treinta y nueve funciones que constituyen el esqueleto básico del cuento. Esto favoreció la conservación y transmisión de los cuentos tradicionales, convirtiéndolos en la literatura privilegiada para los niños.
Darnton establece una relación bastante estrecha entre los motivos que se repiten en los cuentos de hadas y la realidad social en la cual esos cuentos eran contados. Según de donde provenga cada cuento, tienen matices diferentes, en relación con la idiosincrasia de cada pueblo. La relación entre conocimiento y narración puede interpretarse como enseñanza moral o como advertencia.
Para Benjamin, las buenas narraciones, no interpretan los hechos que narran, se limitan a contar y dejan que el que escucha o lee extraiga su enseñanza. Por esta razón es que las buenas narraciones sobreviven en el tiempo y pueden ser escuchadas o leídas una y otra vez en distintos momentos, y cada vez el lector o el oyente les encuentra un sentido diferente. Y como la narración tiene que ver con la experiencia, cuantas mas experiencia acumulada, mas autoridad tendrá el narrador.

2.    Concepto de “trama causal o narrativa”
no existe historia si no hay narración, lo que hace que una sucesión de hechos se transforme en historia es la trama narrativa, que torna la sucesión cronológica de los hechos en un encadenamiento de causas y consecuencias. Pero para poder vincular los hechos de manera causal, es necesaria una perspectiva, una distancia que permita evaluarlos e interpretarlos a partir de sus consecuencias. Toda narración histórica se hace desde un centro, desde un lugar, que puede ser un orden político, una legalidad, un orden religioso, en el que se ubica el historiador para jerarquizar los hechos y armar una trama narrativa con ellos.

3.      Diferencia de la figura del narrador con la del autor. Tipos de narrador.
El narrador no es el autor. El autor es la persona de carne y hueso que escribe; pero cuando ese texto es leído, el autor se borra, se desdibuja, y el lector se encuentra frente a una fuente de enunciación que el mismo texto construye. El narrador es una “voz” que narra, es quien enuncia, desde la ficción misma, ese relato. es muy fácil distinguir el autor del narrador en los casos en que el narrador es un personaje de la ficción. Es mas difícil, en cambio, en los casos en que el narrador no coincide con un personaje, en los casos en que la narración está en tercera persona y el narrador no esta representado como personaje, porque entonces se tiende a atribuir la narración al autor. El mismo escritor crea narradores distintos en los distintos textos que escribe.



4.    Representación de la subjetivad en la narración antes y después del siglo XX.
Las narraciones contienen un trama causal, se trata de una causalidad externa, que une los hechos que se narran, pero tienen también una dimensión interna, relacionada con la intencionalidad de los personajes. En los cuentos orales, que se reducen, básicamente, a una secuencia de acciones, las acciones remiten a las intenciones o motivaciones de los personajes. En este tipo de cuentos lo que hay son actantes, personajes que encarnan las acciones; no se los describe ni se cuenta demasiado acerca de su vida. En general, tampoco hay lugar para los pensamientos de los personajes, para su interioridad. En cambio en la ficción escrita, fundamentalmente en la novela. Los personajes adquieren cuerpo y volumen y la subjetividad ocupa un lugar creciente, hasta tal punto que los conflictos, mas que conflictos externos, se plantean como conflictos internos, o como conflictos que surgen del contraste entre el mundo exterior y la interioridad de los personajes.
En la literatura del siglo XX, se ensayaron distintos procedimientos o técnicas para representar la subjetividad. Uno de ellos es el llamado monologo interior, que representa el fluir de la conciencia y de los pensamientos del personaje.
La aparición del narrador en primera persona es importante en relación con la subjetivización de la ficción, porque un narrador que cuenta las cosas que a él le pasaron permite el acceso a su mundo interior, pero también hay otros recursos para lograrlo. El mas importante es el procedimiento de la visión o del punto de vista, a través del juego con el punto de vista de los personajes, se puede acceder a su perspectiva, a su modo de ver el mundo.
La presencia del narrador caracteriza a la ficción. A su vez, la ficción tiende a subjetivizarse cada vez mas, a dar un paso cada vez mayor a la interioridad de los personajes. Una forma de acceder a la perspectiva o la visión de los hechos de un personaje es a través del punto de vista. Otra es el narrador en primera persona.

5.    Diferentes funciones que aparecen en la narración, según el semiólogo Roland Barthes. Doble función que se encuentra en la narración, según el escritor Ricardo Piglia.
En “Introducción al análisis estructural del relato”, Roland Barthes sostiene que en un relato todo es funcional, todo tiene una función. La función es una relación entre dos términos: todo elemento que aparece en el relato tiene un correlato. Hay distintos tipos de función.
Las funciones cardinales o núcleos: son las acciones que se vinculan en la trama causal, que conforman el esqueleto, la estructura básica del relato; todas ellas son causa o consecuencia de otras acciones, y ninguna puede ser eliminada sin transformar la historia. Esos núcleos son los que permanecen cuando se resume una historia. Los núcleos hacen avanzar el relato, abren una expectativa y la cierran, forman secuencia. A su vez, entre los núcleos, se suele insertar otras acciones menores, secundarias, o bien descripciones, que ya no tienen la misma importancia que las funciones cardinales para el desarrollo de la historia, a las que Barthes llama catálisis. Estas sean descriptivas o acciones secundarias demoran, dilatan la consecución causal del relato y pueden crear suspenso. Esas descripciones o esas acciones secundarias también pueden tener otro tipo de función.
Piglia propone, como primera tesis, que todo cuento cuenta dos historias, una historia visible y una historia secreta. Él aclara  que la historia secreta no es una historia oculta que hay que descubrir a través de la interpretación, sino simplemente una historia que se cuenta de manera enigmática. Cada una de esas dos historias responden a una lógica, a una causalidad diferente, y los mismos elementos participan de ambas; cada elemento de un cuento tiene doble función. Según Piglia, el cuento ha ido variando históricamente la forma de contra la historia secreta.

6.    Tipos de pacto existente entre el lector y autor. Aplicación del concepto de verosímil en la narración.

Umberto Eco postula la existencia de un pacto ficcional, que autor y lector de ficción suscriben, en virtud del cual el lector acepta que lo que se cuenta en el texto son hechos imaginarios, pero no son mentiras. El lector suspende la incredulidad, su juicio acerca de la verdad o la falsedad de lo que esta leyendo; así como el autor finge que los hechos que cuenta ocurrieron, el lector finge lo mismo acerca de esos hechos. Pero ambos son conscientes de que se trata de hechos imaginarios.
Cada genero incluye cláusulas en el pacto ficcional que suscribe el lector.
El pacto ficcional supone que el lector suspense sus juicios de verdad frente a los hechos que se le narran; es decir, no es valido preguntarse si es cierto, si pasó o no pasó lo que se cuenta. En cambio, es posible interrogarse sobre la verosimilitud de lo narrado, y la idea de verosimilitud remite al género, a lo admitido por las convenciones del género.
La noción de verosímil se aplica, por una parte, a los géneros que pertenecen al campo de la argumentación, y éste es el origen del término; y por otro, a los géneros ficcionales. Entonces la noción de verosímil es pertinente tanto para la argumentación como para la ficción.
Lo verosímil es lo que parece verdadero porque se ajusta o se adecua a la opinión mas generalizada, es decir, a lo que la mayoría cree que es la verdad.
En cuanto a lo verosímil aplicado a la ficción, Todorov dice que es un concepto relativo al género: cada género ficcional elabora su propio criterio de verosimilitud.
Uno de los procedimientos para crear verosimilitud es introducir nombres que remiten a lugares o a personajes que tienen existencia fuera de la ficción. Y también, inventar nombres que parezcan reales.

7.    La descripción en el Romanticismo, en el Realismo y en la Actualidad.

La descripción implica una interrupción del devenir temporal; el tiempo se detiene.
En general, procede por análisis, por descomposición del objeto en elementos, en partes, en aspectos, a los que se atribuyen cualidades, rasgos, propiedades; pero el orden en el que se presentan esos componentes puede variar.
Si se describe algo sin nombrarlo, estamos en presencia de una descripción con rasgos de adivinanza, que plantea alguna forma de acertijo; lo mismo ocurre si la denominación aparece al final. También esto se puede ver inverso, solo predicación, sin mención de las partes.
Otra característica de la descripción es la recursividad, es decir la posibilidad de repetir hasta el infinito la misma estructura: se describe un objeto, se lo descompone en partes y, a su vez, cada una de esas partes puede transformarse en objeto de una nueva descripción.
En el romanticismo, la descripción empieza a adquirir estatuto literario. Los románticos se valen de ella para representar los estados de ánimo; por ejemplo, la descripción de un paisaje, de un lugar, expresa, a través de los adjetivos calificativos, el estado de animo de un personaje.
El realismo utiliza la descripción para producir impresión de realidad. Por eso en las grandes novelas del siglo pasado abundan las descripciones extensas, plenas de detalles. Muchos de esos detalles descriptivos, aparentemente inútiles, están allí para crear en el lector una ilusión de realidad, para hacer verosímil lo que se cuenta. Por otra parte, esos textos prevén un lector capaz de detenerse en las descripciones, un lector curioso como el lector de enciclopedias. Se puede diferenciar el lector que construye la narración del lector que construye la descripción. El primero es un lector que quiere avanzar en la acción, al que le interesa lo que viene después. En cambio, el segundo es un lector que se toma su tiempo y que está impulsado por el deseo de acrecentar su conocimiento respecto de un sector de la realidad y por una cierta curiosidad léxica, una preocupación por el vocabulario.
En otra época, en la que no existían tantas imágenes como hoy, la representación del mundo provenía casi exclusivamente de los textos. Hoy podemos ver imágenes en video, fotos, televisión, cine, lo que hace que los textos se detengan menos en descripciones y el lector se interese menos por ellas.

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